lunes, 16 de noviembre de 2009

DE RATONES Y PIRATAS


Los piratas han vuelto a los mares. Piratería con lanzacohetes y ametralladoras, pero piratas a la postre. De la imagen bucólica del pirata de las novelas del Corsario Negro que leía en mi juventud a los piratas que asaltan pesqueros, hay un universo de diferencias, e ignoro si en el futuro algún escritor africano escribirá loas a las actividades corsarias que vemos hoy en día, como luchadores frente a la opresión económica occidental, y tampoco sé si ese pensamiento está ya en la mente de algunos dirigentes occidentales.-

La tendencia a justificar cualquier acción que se pueda cometer en nombre de una lucha por una causa con un cierto tufo de legitimación tiene una fácil acogida en la sociedad occidental, capaz de desayunar un sapo cada día con tal de no tener que enfrentarse a la realidad que nos rodea. Somos una sociedad enferma que es incapaz de afrontar los riesgos que supone la defensa de nuestra libertad.-

El mar es el símbolo de la libertad de comunicación, de comercio, de enlace entre pueblos. La libertad de navegación mantiene nuestra civilización, y, aunque somos un país rodeado por mares, vivimos de espalda al mismo.-

Cuando se estudiaba historia, nos enseñaban que la caída del Imperio Romano se produjo por la irrupción de los bárbaros, que arrasando a sangre y fuego los logros de la civilización romana (más bien grecorromana), nos metieron de cabeza en la oscuridad de la Edad Media; pero esto que nos enseñaban era una verdad a medias. La invasión de los bárbaros (excluyendo las correrías de Atila) supuso el desplome del Imperio Romano, pero no la caída de la civilización romana; se sustituyó un Imperio por una amalgama de reinos, pero el sistema de vida continuó siendo romano, la cultura, la justicia, el comercio. La verdadera destrucción del Imperio Cultural Romano, y la entrada en la Edad Media se debe a la expansión del Islam, que no se limitó a destrozar reinos, sino que tuvo como objetivo la sustitución de una civilización (la grecorromana) por otra (la musulmana), y para ello, además de las conquistas del Norte de África y España, se dedicó con ahínco (y lo consiguió) cerrar el Mare Nostrum, eliminar el comercio y arrasar las ciudades costeras. Las oleadas nórdicas completaron lo poco que quedaba del comercio romano.-

No pretendo decir que la actuación de los piratas en Somalia pongan en riesgo nuestra civilización; ni tienen medios ni interés. Pero la actitud de los ciudadanos es simplista, y más propia de un programa del corazón que de un grave riesgo para la libre circulación en los mares. Únase esta mentalidad a la existencia de buques con pabellones de conveniencia (básicamente de paraísos fiscales), o que portan banderas autonómicas sin valor internacional alguno, y a un gobierno sin ideas y sin proyección internacional alguna (más allá del mero “buenismo” con determinados regímenes) y ya tenemos armado el belén sin que estemos en diciembre.-

La existencia de la piratería es de una gravedad extrema; la libertad de los mares es fundamental, y desde que occidente consiguió librarse de la piratería islámica ha sido uno de los pilares de las armadas occidentales. No se suele alabar las actuaciones españolas en la historia, pero la intensa lucha contra la piratería iniciada en la Reconquista, pasando por la batalla de Lepanto, y los combates posteriores, no sólo redujeron la presión que los países centroeuropeos sufrían del Imperio Turco, sino que, sustituyendo a la armada bizantina, permitieron garantizar (con mayor o menor fortuna) la libertad de comercio que dio paso al progreso económico y cultural tras el siglo XV.-

Y las medidas a tomar no son distintas de las que se tomaron en nuestro pasado. Y esas medidas son militares, punitivas; destrozar las bases piratas, apresar a los mismos, buscar sus fuentes de financiación, hundir sus embarcaciones. No hay otra medida ni otra solución; claro, que eso implica sacar a los ciudadanos de su estado de éxtasis consumista liberal y enfrentarles con el espejo de un mundo turbulento y peligroso, en donde puede ser necesario defender con uñas y dientes esa libertad de la que estamos tan orgullosos. Y sí, ello implica guerra en el mar, uso de la flota, desembarcos, operaciones especiales, y también una reflexión seria sobre el mundo en el que vivimos las medidas efectivas que pueden tomarse para paliar los desequilibrios en el planeta-

¿Negociar ahora?; sinceramente, ahora mismo lo primero será traer a nuestros compatriotas a casa (negociando o asaltando el barco), pero mi pregunta es: El día después ¿qué va a hacer nuestro gobierno?. Me temo que su inactividad será la causa de futuros llantos.-