viernes, 30 de abril de 2010

El ratón en el laberinto


EL RATON EN EL LABERINTO
Desde hace unos años, desde el año 2004 para ser más exactos, miro con mayor simpatía a los budistas, y pienso que quizás tienen razón en su creencia en la reencarnación. Hasta esa fecha consideraba a Godoy el peor dirigente de toda la historia de España… Por ello creo que, en castigo por nuestro karma nacional, Godoy se ha reencarnado en nuestro Presidente del Gobierno.-

En otros artículos entraré en las similitudes entre uno y otro, o entre el uno y el mismo, pero hoy sólo quiero entrar en un aspecto de su actuación política que probablemente pase desapercibida a muchas personas. La actuación política de Godoy, en todos sus aspectos, fue tan nefasta, que él mismo se encontró dentro de una ratonera de la que sólo se podía salir con la intervención de la potencia extranjera que posteriormente invadió nuestro país; el resto es historia, pero aquel guardia de corps causó un desastre nacional que prácticamente duró 150 años.-

En nuestra peculiar y genuina, “made in Spain”, situación de crisis económica, metafóricamente similar a la de un niño que estuviera deslizándose por un tobogán sin fin, el Gobierno español, y en especial nuestro Presidente del Gobierno, se fijan y vale ya. Digo que se fijan porque los rostros de todos ellos son bien expresivos, pero, además de mirar, poco más. Su inactividad, su parálisis, su inacción, me recuerdan a esas personas que ven como se quema su casa y se limitan a mirar fijamente, como si el poder de su mirada pudiera apagar el fuego.-

Sin embargo seamos justos, desde el punto de vista del Gobierno, poco más pueden hacer en este momento; han incrementado los impuestos soñando que van a compensar la reducción de ingresos públicos, los gastos que reducen (siempre que no afecte a la visión mesiánica social y al complejo de redentor del que hacen gala) se incrementan a los pocos días en una nueva visión estrambótica (traductores para el Senado, mapas genitales, pagos de misteriosas deudas históricas). Su política en educación (patética), una política exterior desastrosa que nos ha convertido en aliados no fiables para nadie, la claudicación ante los nacionalistas (si Azaña levantara la cabeza…), su “buenismo” ante todo aquel que se permite chantajear al Estado, las políticas pseudoecologistas, y en general, todo el desastre de política que llevamos viviendo seis años, han metido al Gobierno en un laberinto.-

La salida de la ratonera, en la que han entrado (y, dicho sea de paso, todos aquellos que vivimos en la sufrida piel de toro estamos dentro del mismo, eso sí, con la complicidad de nuestra desidia y nuestra cobardía), no es más que dar media vuelta, deshacer los desastres realizados, y aplicar una política nacional y no de mitin. Claro está que el coste político de la misma puede ser demoledor para el Presidente del Gobierno, y posiblemente el fin de su carrera política, pero sería el principio de un saneamiento de la vida política española; sin embargo, no lo espero. Los redentores políticos pocas veces ven la realidad en la que viven; sueñan con crear utopías que jamás funcionaran. Quizás sean bienintencionados, no lo sé, pero eso no los hace menos destructores.-

Y ante este desastre creo que ya hay quien espera la milagrosa intervención de la potencia extranjera que les abra una puerta (la que sea) a su laberinto. Por ahora no hay invasores militares a la puerta, pero sí que tenemos una Comunidad Europea cada vez más beligerante. El ejemplo de Grecia es un libro abierto en el que se pueden estar mirando algunos políticos, pero no como un modelo a evitar, sino como un modelo a seguir, sobre todo en cuanto a sus efectos.-
Si la situación española llegara (dejo el acento en la “a” al libre albedrío de cada cual) a la misma situación que la griega, ya tendríamos excusa, ya podríamos lavarnos las manos diciendo que no nos han dejado culminar nuestra visión social. En ese momento, hay quien se lavará las manos, acusará a la pérfida Albión (o a los malvados alemanes) de no poder llevar a buen puerto una política social progresista, el coro seguidista comprenderá la injusticia de la situación y apoyará al oprimido líder que, a fin de cuentas, no fue a luchar con los elementos; si en ese momento convoca elecciones, ganaría, seguro, porque, esos mismos a los que la unidad nacional les importa un rábano, le tomarían como bastión frente a la intromisión foránea.